19/11/2015.- Los problemas existentes en muchos pueblos para conseguir candidatos a las elecciones de alcaldes pedáneos ponen de manifiesto que frecuentemente se trata de una labor ingrata, que se hace en favor de todos y con escaso o nulo beneficio. El problema se focaliza en la parte sur de la provincia, donde las pedanías apenas tienen suelo en propiedad, lo que frena sus posibilidades de actuación. Pero lo cierto es que en muchos casos la existencia de este tipo de entidad local es importante para conseguir mejorar la calidad de vida de los vecinos aprovechando unos recursos económicos que se generan con las propiedades de todos.
El control sobre sus cuentas es imprescindible y por ello debe valorarse positivamente la reforma legal puesta en marcha en esta legislatura, pero también debe destacarse que la labor que se desarrolla desde las presidencias de las juntas vecinales es quizás el mejor ejemplo de la nobleza con la que se pueden desempeñar cargos públicos. Lejos de las pugnas por los puestos políticos que otorgan sueldos notables o beneficios de todo índole, la situación de los pedáneos está más relacionada con el contacto diario con el ciudadano, con el vecino que necesita una mejora en su calle, en el servicio de alumbrado o alcantarillado, y que reclama una intervención urgente y por otra parte imprescindible, alejada radicalmente de los debates o de las pugnas que se viven en otras instituciones.
El próximo 20 de diciembre realmente no habrá casi pugna en las urnas. Sólo hay cuatro pedanías en las que existe más de un candidato. En la mayoría han surgido personas a las que de algún modo han empujado a tomar esa responsabilidad que les supondrá un sacrificio de tiempo e incluso en ocasiones de dinero para no siempre recibir el mejor de los tratos de sus convecinos. El papel de los pedáneos supone un beneficio que ennoblece sin duda la gestión de lo público.
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